viernes. 29.03.2024

1.- Confieso que Londres es una ciudad que me atraía mucho, antes de descubrir a Nueva York. He estado muchas veces en Londres, pero hace bastante tiempo que no voy. Y una de las zonas por la que me gustaba pasear es precisamente en la que se cometió el atentado de ayer. Un terrorista mató a un policía, al parecer apuñalándolo, y atropelló a una veintena de personas. Dos de ellas resultaron muertas, dos se encuentran en estado crítico y otras quince con diversas heridas. Incluso una mujer fue rescatada del Támesis, tras caer desde el puente de Westminster, muy cerca del Parlamento. Las fotos del reportero Stefan Rousseau, de AP, que muestra al diputado conservador Tobias Ellwood practicándole un masaje cardiaco al policía fallecido constituyen un documento humano y estremecedor a la vez. Los esfuerzos del diputado y de los médicos que llegaron posteriormente, incluso con desfibriladores portátiles, no pudieron salvar la vida del agente. Siento mucho lo de Londres, porque el Reino Unido es un país civilizado, de gente educada y tranquila, pacífica, que no merece –como nadie merece, en realidad— este clima de terror que los islamistas intentan imponer. Todas estas cosas refuerzan posturas como la del no deseado Brexit, que no es más que el resultado de una permisiva y anárquica política inmigratoria. No se trata de rechazar a nadie decente, pero sí de impedir que los indecentes reduzcan a cenizas los países que no son suyos. La convivencia civilizada es posible, pero no es admisible que las acusaciones de xenofobia y de racismo se lleven a un terreno equivocado e impropio. En cualquier país normal han de tener cabida los que llegan a luchar por sus familias y a colaborar con la nación que los acoge. Pero con la morralla terrorista no se pueden tener contemplaciones porque se trata de la supervivencia de las naciones civilizadas.

2.- Lo siento por Londres, lo siento por Europa y aplaudo cualquier medida legalmente tomada, destinada a salvaguardar la seguridad en Europa, que es vital para nuestras familias. Todavía hay algún idiota, algún memo que cuestiona que la agresión a guardias civiles en el País Vasco, y a sus parejas, se pague con cárcel. Por supuesto que tiene que pagarse con cárcel, porque se trata de un delito de terrorismo. Esta izquierdona chunga, anacrónica e idiotizada por su propio cinismo, que es la heredera de la que hizo las trampas cuando el Frente Popular para ganar las elecciones que acabaron con la república y con todo, y dieron lugar al franquismo, es la que hoy cuestiona estas decisiones de mantener a estos lebranches en la cárcel, tomadas por la Audiencia Nacional. Y tomadas con la ley en la mano. ¿O es que aquí nadie, sino los mansos, van a cumplir la ley en este país?

3.- Las imágenes de ayer de una ciudad nuevamente castigadas por el terror me recuerdan las de Madrid, las de Niza, las de Bruselas y las de la propia capital inglesa, cuando ha sido otras veces castigada por la barbarie yihadista. Por muchos policías que vigilen la urbe, siempre sale un loco sanguinario capaz de montar un desaguisado, aunque sea inmolándose. Afortunadamente, este cabrón no cometerá más atentados en nombre de Alá porque fue abatido por la policía. Tenemos que arrinconar el miedo, tenemos que hacerles frente a estos tipejos, con la ley en la mano, pero sin temor. Una veintena de personas pacíficas, servidores de la ley y hasta diputados del Parlamento estuvieron ayer a las puertas de la muerte. Algunos, al menos tres, que pueden ser cinco, murieron por la acción de un desalmado. Lo siento por Londres y por el mundo civilizado. Lo siento por los heridos y por sus familias.

Atentados en Londres
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