sábado. 20.04.2024

Tuve ocasión, años atrás, de realizarle una entrevista en su casa de Playa Honda a la ahora nueva presidenta del Cabildo, allá cuando ella acababa de abandonar la Alcaldía de Arrecife y su militancia en CC. Casi no hablamos de política, sino de eso que algunos periodistas denominan “el lado humano” del personaje, como si los políticos tuvieran un lado extraterrestre. Después de más de una hora de conversación registrada en cinta magnetofónica, Manuela Armas hizo tanto hincapié en la frase “me encanta estar sola” que me dio el título con la misma para aquella entrevista impresa. Ahora empieza a rodearse de gente, porque el flamante cargo obliga, pero supongo que en esencia sigue pensando lo mismo. A grandes rasgos, así decía ser hace apenas unos años la que apenas lleva unos días ejerciendo como presidenta de la principal corporación lanzaroteña:

“Soy Manuela Armas Rodríguez. Tengo cincuenta y tantos años. Divorciada. Soy profesora que se declara enamorada de su profesión. Fui alcaldesa de Arrecife durante apenas un año. Tengo una hija, un nieto y varios perros chinijos. Milité en Coalición Canaria, pero el tiempo me demostró que CC no es progresista ni nacionalista, sino una cosa muy rara. CC entiende la política como mero mercadeo, y a mí me parece que debe ser algo más que negociar con los votos. Los mejores recuerdos de mi infancia los relaciono siempre con la celebración del día de San Juan con mis padres y mis cinco hermanos, y todos los ritos que llevábamos a cabo, empezando por el de lavarnos la cara con el agua de flores, las cholas para irnos a la playa, los sombreros de paja, el bañador, nuestra perrita Pantera, las piñas para el asadero, las sardinas en escabeche, las sandías, el queso de bola, la caja de madera de conserva de guayaba Conchita, la barra de hielo, la playa. Recuerdo a mi abuela, que tenía ocho hijos, cantaba de maravilla folías y malagueñas, sacaba adelante una panadería y tenía siempre la casa llena de gente. Yo digo que era la casa más alegre del mundo. Ahí se me aparece siempre la figura de mi padre, que murió hace cerca de veinte años y yo lo sigo recordando a diario. De hecho, fui muy padrera, quizá porque tenía el mismo carácter que yo. Y no tengo ningún mal recuerdo infantil. Aunque era la segunda de seis hermanos, ejercí un poco de madre de todos. Mis padres se llevaban muy bien, y yo jamás presencié un pleito entre ellos. De adulta, el mejor recuerdo fue el nacimiento de mi hija. Por el contrario, los peores momentos me los ha proporcionado la política, sobre todo cuando compruebas cómo determinada gente sólo se mueve por intereses egoístas y no les importa mentir o traicionar con tal de escalar puestos. Me encanta estar sola. Sobre todo, tener varios ratitos al día para mí misma. Yo creo que eso es fundamental para mi propio equilibrio mental. En ese sentido sí que necesito o busco a veces la soledad. No soy nada celosa. Tengo un gran sentido de la libertad de cada cual, y por eso creo que le tengo que dar la misma libertad que yo reclamo a mi pareja, que venga conmigo cuando quiera venir, y a la inversa. No soporto las relaciones en donde uno atosiga al otro con su presencia constante, me resulta asfixiante. La forma de querer de la mujer es muy distinta a la del hombre. Y ahí no tiene nada que ver ni el feminismo ni la modernidad, que sin duda han traído muchas cosas positivas. Sencillamente, es otra forma de ser y de sentir. Los hombres, por el contrario, creen que reafirman su hombría con la promiscuidad. Soy de las que lloran cuando veo esas típicas imágenes en los telediarios de los niños hambrientos y de las miserias sociales. Y creo que cuanto más vieja me hago me emociono y me duelen mucho más esas cosas. Me saca de quicio la impunidad con la que se derrocha el dinero público en Canarias y en Lanzarote en fiestas y en tonterías, teniendo en cuenta la enorme cantidad de necesidades que hay en todas las islas”.

Es de suponer que Manuela se aplicará su propio cuento. Ya lo veremos. ([email protected]).

Así es Manuela
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