viernes. 19.04.2024

Por Mare Cabrera

Supongo que se habrán enterado ya, no descubro nada nuevo. Pero digo y repito, aunque pueda ofender, que lo es, y mucho. Aunque ahora vivo fuera de la isla, espero ansiosa poder volver de vez en cuando, y cuando lo hago, aparte de darme cuenta de lo oscuras que están nuestras carreteras, sufro la mala visibilidad de las calles de determinados lugares y la señalización incorrecta, aparte claro está de la pésima información que reciben los turistas y la falta de folletos en las paradas de guaguas que más utilizan para desplazarse por la isla desde las zonas turísticas. Me he visto muchas veces explicándole a los guiris en Costa Teguise qué significa el símbolo de César Manrique que aparece en unos grandes gráficos, que habrán costado una pasta y que están muy bonitos, pero los dejan tal cual en cuanto a la información. Me preguntan sobre qué lugares visitar, qué líneas de guaguas coger, y yo lo que les pregunto a ellos es por qué nadie les ha dicho nada. Intento descifrar los mencionados horarios descoloridos y quemados por el sol y los dejo contentos con mi penoso pero socorrido inglés de andar por casa.

Quitando esto, que no es poco, Arrecife nunca será una ruta de las que yo pueda recomendar a nuestro turismo para disfrutar. El paseo de Costa Teguise hasta llegar a la capital es realmente desolador: mientras estuvo cortada la carretera en frente de Ikea, las vistas del Castillo y Museo de Arte Contemporáneo eran de agradecer, pero ahora, quitando el barco encallado, que a todos los extranjeros provoca admiración, el resto tiene muy mala pinta (y tiene gracia que lo único que les guste por el camino no haya sido nada que hayan colocado allí queriendo).

Llegas a una cuidad desteñida, descolorida, amarillenta, calimosa, sin orden, gracia o atributos más que algunas zonas determinadas como El Charco de San Ginés (si te tapas la nariz hasta puedes hacerte el recorrido completo del lugar) y los preciosos atardeceres que nos regala el cielo, no el buen hacer humano. Es como si alguien hubiera metido Arrecife en una lavadora con prendas de color, le haya echado lejía y la dejara media hora encharcada y centrifugando sin control ni supervisión.

Fea, pero bien fea. La zona del viejo y abandonado bingo tiene un parque triste y casi siempre solitario en frente. Las aceras estrechas y levantadas no te permiten quitar la vista del suelo si no quieres darte un tropezón que acabará con tu calzado. Frente a la panadería Jonay, grandes terraplenes donde aparcan sin cabeza, lo que te obliga a caminar por la carretera con el tráfico a tus espaldas y el peligro que ello conlleva. ¿Por qué miman unas zonas y dejan otras de la mano de Dios? ¿Por qué Arrecife es la niña fea cuando tiene la marina más bonita de toda Canarias?

Llegará el día en que comparta guagua con los guiris y no sienta vergüenza ajena al pasar por determinados sitios en la ruta del trasporte público. Un día en que los horarios estén bien señalizados y en buen estado, un día en que no me tengan que preguntar por César Manrique porque no les suene de nada y ya no los veré tropezando en las aceras de Arrecife mientras esquivan contenedores de basura y busquen la luz de las calles entre tanta oscuridad. ¿Llegará ese día o es una quimera?

Arrecife es feo
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