jueves. 25.04.2024

Mario Crespi

Los escritores cultos quizás no consideren muy seriamente la novela policíaca pero es indudable su éxito.

Las reglas del juego son casi invariables, descubrir al culpable de un crimen que muchas veces aparece como más hábil e inteligente que los propios investigadores.

Si tuviera que decidir sobre quienes son los precursores de este interesantísimo género literario optaría por Sir Arthur Conan Doyle creador de Sherlock Holmes y Agatha Christie con su entrañable Mis Marple y el diletante Hercules Poirot. Sin duda estos maestros, con su dominio de la técnica deductiva y conocimiento de la naturaleza humana popularizaron la investigación criminal como tema de novelas.

Otra de las reglas es que el lector tiene que tener las mismas posibilidades que el detective de resolver el caso a través de la minuciosa descripción de las pistas.

Con la aparición, sobre todo en Francia, de la serie negra, cambia la esencia de la novela policíaca y surge el thriller, más violento y realista. A veces es más importante el criminal y sus motivaciones que la investigación.

Es quizás un reflejo del profundo malestar social. Sexo, cinismo, sadismo. Los crímenes pulcros -casi de reunión social- de la primera época, se convierten en brutales y son descriptos con mucho realismo, como realmente suelen ser en la vida real. Hay un equilibrio de protagonismo entre el criminal y el investigador que las más de las veces es un detective privado o un ex-policía.

Si nos preguntamos, por que leemos este tipo de novelas, les diría que son factores importantes el interés por el misterio, la atracción por el mal y porque no, el asesino que llevamos dentro.

Rincón de la Poesía

En un rincón, solo,

lloro de amor.

En mi cama vacía

sangro de dolor.

Mis heridas y mis lágrimas,

solo tú las vas a ver,

porque fuiste mi mujer.

Mi fantasía.

Mis bromas y mis risas,

escudos de mi alma,

esconden lo que siento.

El hueco que hay por dentro.

La falta que me haces.

Y el mundo divertido

aplaude a un payaso.

Mi mentira.

Me despierto y continua

la tiste pesadilla.

No fuiste, no serás.

Estuviste y ya te vas,

Te miro y sos de otro.

Mientras lloro y te quiero,

solo en un rincón.

Solo.

Nero Wolfe, un ágora-fóbico y obeso detective, que como Sherlock Holmes, se volvió casi real. Este personaje, creado por Rex Scout, se transforma en el protagonista de una serie de casi 40 novelas.

Vive en una casa enorme de 4 pisos, con sus asistentes, Archie Goodwing que es su detective, ojos y oídos. Fritz Brenner su cocinero, Y Theodore Horstmann que cuida su colección de orquídeas.

Con frases como “no puedo trabajar sin cerveza” o “llevo la gordura para aislar mis sentimientos” justifica su sibaritismo. Trabaja desde su sillón usando su genio deductivo y la perspicacia de su asistente como fuente de información.

Novelas de tono liviano y a veces gracioso, toda esta serie se vuelve más atractiva, por el tipo de protagonistas y por las situaciones, que por el tema policial.

Libros de colección.

Rex Stout.

Indiana 1886 - 1975.

Comenzó a escribir cuentos en 1910.

Un escritor ágil que según el escribía un libro en 40 días y nunca lo corregía ni lo re-leía.

Su primera novela de Nero Wolfe aparece en 1940 y le siguieron unas 40 más.

Cometer un crimen solo porque se puede.

Daniel Blank es un joven empresario de éxito, pagado de sí mismo, con una afición que es el alpinismo y decide cometer un crimen perfecto.

Edward Delaney es un policía entregado en cuerpo y alma a su profesión, a tal punto que vive junto al edificio de la seccional para poder cumplir mejor con sus riesgosas obligaciones. Un hombre recto y cabal. Su forma de investigación es la del esfuerzo. Juntar toda la información posible.

Una eterna antinomia: ley versus delito.

Es también una aterradora semblanza del hombre de hoy.

No es una novela policial corriente, en la cual sólo hay que averiguar "quién lo hizo". Es un relato que, aun en el final, deja una perturbadora e inquietante revelación de la naturaleza humana.

Lawrence Sanders.

New York 1920 - 1998.

Un periodista que comenzó a escribir a los 50 años y se transformó en un best-seller de la novela policíaca.

Su primera novela “Los tapes de Anderson” fue merecedora del Edgar Award.

Autor de la serie de Pecados Mortales y Mandamientos.

En las costas del lago Turkana, al norte de Kenia, Tessa, una mujer joven y bella, es asesinada.

Su compañero de viaje y supuesto amante, un médico africano, desaparece y es acusado del crimen.

Su marido, Justin, un aficionado a la jardinería y flemático funcionario de la Embajada Británica en Nairobi, emprende la tarea de descubrir los motivos y culpables del crimen.

En esa búsqueda, que lo lleva por medio mundo, va descubriendo a los pocos, terror, violencia, conspiraciones entre sus propios compañeros del Foreign Service y lo más importante, va conociendo a la mujer que apenas tuvo tiempo de amar.

John Le Carre se aparta de su habitual tema del espionaje y nos va mostrando, con su estilo elegante y pausado, tan elegante y pausado como su personaje, el oscuro mundo de las multinacionales farmacéuticas.

John Le Carre (pseudónimo de David John Moore Cornwell).

Inglaterra 1931.

Graduado de Oxford. Profesor en Eton, funcionario del Servicio Secreto Británico. Comenzó a escribir en 1961 y su tercera novela “El espía que vino del frío” lo hizo conocido mundialmente.

Análisis Literario
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