jueves. 28.03.2024

Este miércoles, 23 de abril, tocaba celebrar el Día del Libro. Tanto que me alegra, porque cualquier excusa es buena para leer (y para dejar de hacerlo también, teniendo en cuenta lo que se edita de último, como es triste fama). Ahorita mismo, en la España de 2008 “el libro de los libros” no es la Santa Biblia, ni siquiera El Quijote, sino la nueva novela del autor de “La sombra del viento”, de Carlos Ruiz Zafón, que vendió millones de ejemplares en su día, cantidad que ahora puede verse superada por “El juego del ángel”, aunque este último tenga un título menos logrado y muchísimo menos evocador que el anterior. Peor es el que le ha puesto Juan José Millás a la obra con la que se llevó el último Premio Planeta (“El Mundo”), y nadie le ha rechistado al casi siempre imaginativo escritor.

No hay que leer todas las páginas de un libro para hacer una crítica literaria atinada del mismo. Algunos críticos, leyéndolo entero, sólo apuntan lugares comunes sobre obra y autor. El magnífico columnista Arcadi Espada, que da a diario auténticas lecciones de periodismo en su sección digital “El Mundo por dentro”, escribía lo que sigue el pasado 14 de abril: “Desconozco las razones del éxito de Ruiz Zafón. Supongo que tendrá que ver con la escritura, aunque no sé bien en qué sentido. He leído la presentación que hace el periódico de su próxima novela y su prosa es muy escolar, aunque vete a saber tú cómo está ahora la escuela. (...) Es significativo este fragmento adelantado por la prensa:

Una madrugada desperté de golpe sacudido por mi padre, que volvía de trabajar antes de tiempo. Tenía los ojos inyectados en sangre y el aliento le olía a aguardiente. Le miré aterrorizado y él palpó con los dedos la bombilla desnuda que colgaba de un cable. -Está caliente. Me clavó los ojos y lanzó la bombilla con rabia contra la pared. Estalló en mil pedazos de cristal que me cayeron en la cara pero no me atreví a apartarlos.

Etcétera. Es realmente malo. Pésimo. Siete líneas. Palpó con los dedos, declara. Las bombillas son de cristal, descubre. “Mil pedazos”. “Clavó los ojos”. “Inyectados en sangre”. Y esos poderes del muchacho que en una habitación a oscuras ve en los ojos de su padre hasta las venillas. La cuestión principal no es que Ruiz Zafón sea un hórrido escritor. En los negocios esto no es importante. La cuestión principal atañe a sus editores: que después de haberse embolsado alrededor de 70 millones de euros con su primer libro no le hayan comprado al pobre Ruiz Zafón un equipo de correctores o al menos un programa informático de nivel medio. La dejadez editorial (que lo hayan abandonado con sus innumerables anacolutos y demás carencias) es lo realmente sorprendente. A menos que la dejadez no sea causa, precisamente, del éxito”.

Apenas alcancé a leer unos dos o tres capítulos de “La sombra del viento”, cuando me regalaron el libro en la misma Barcelona donde transcurre la acción. En mi humilde opinión, el autor tiene un evidente talento novelístico y un limitadísimo talento literario. Aparte de ser muy poco aficionado a la novela, me reconozco incapaz de leer algo sólo por la historia o la trama que contiene: si la una o la otra no están, además, bien escritas, se me cae el libro de la mano... aunque lo “palpe con los dedos”. ([email protected]).

Ana Coluto, mi amor
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