sábado. 20.04.2024

Por Cándido Marquesán Millán

Acaba de celebrarse la manifestación en la capital de España para protestar, en principio, contra la reforma de la ley del aborto. La organizadora ha sido el Foro de la Familia, plataforma que engloba a un conjunto de asociaciones católicas conservadoras, y que ya había sacado en 2005 a la calle a centenares de miles de personas contra la ley que autorizaba el matrimonio de los homosexuales. Sea bienvenido el derecho democrático, tal como se reconoce en nuestra Constitución: A expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción. Por cierto, Benigno Blanco, presidente del Foro de la Familia, afirmó antes del comienzo de la marcha que si su agrupación no salió a la calle durante el Gobierno de Aznar para protestar contra la interrupción voluntaria del embarazo fue porque no pueden "estar manifestándose todos los días".

Como era de esperar han surgido las inevitables guerras en cuanto a los participantes. Los convocantes las han exagerado, los que están en contra las han recortado. Por este lado, nada nuevo ante el sol. Lo que si me parece digno de mención, es que de nuevo, ha aparecido la frase de haber sido la manifestación más masiva en la historia de nuestra democracia. Ya hemos perdido la cuenta de cuántas hasta hoy han recibido tal calificativo, como que también lo recibirán las próximas, sobre todo si están dirigidas contra el gobierno de Rodríguez Zapatero. Se ha oído con frecuencia: Zapatero dimisión.

Detrás de esta manifestación ha estado la jerarquía católica española. En las homilías de todas las parroquias se han leído las cartas pastorales de sus obispos, con la finalidad de enfervorizar a aquella feligresía, que les es incondicional. Conocida es la postura de la iglesia católica en relación a la interrupción voluntaria del embarazo. Está en su derecho de expresar su manera de pensar, como cuando manifestó al Ejecutivo de Aznar: Que ha ido 'incluso' más allá de lo permitido por la llamada ley del aborto de 1985, cuando el pasado día 23 de marzo de 2001 Sanidad aprobó la comercialización de la píldora del día siguiente. En una durísima 'nota', la Conferencia Episcopal en pleno acusó a 'la autoridad pública' de permitir abortos 'sin control alguno' y de abdicar de 'su gravísima responsabilidad de tutelar la vida humana'. Como no menos truculenta ha sido la pastoral de este domingo 18 de octubre, del obispo de Huesca, en la que, entre otras cosas, se dice: Junto al infanticidio horrendo se da al mismo tiempo el matricidio fatal. Lo intentarán disfrazar como derecho de la mujer (innombrable subterfugio de la irresponsabilidad machista), y dirán que es una demanda social, y que no se quiere la cárcel de la madre, todo ello lugares tópicos, nunca mejor dicho, para propiciar un cruel fusilamiento en un paredón entre algodones cuya fosa común será luego un vulgar cubo de basura.

La jerarquía católica española, acostumbrada a lo largo de la historia a todo tipo de prebendas y privilegios por parte de los poderes públicos, e incluso sigue conservando algunos injustificados como los actuales Acuerdos del Estado español con la Santa Sede, no se ha adaptado todavía a un sistema democrático, explicable en buena parte a que la Iglesia católica funciona todavía como una monarquía absoluta, no como una democracia, por ello sigue sin aceptar que los gobiernos son y deben serlo autónomos de cualquier injerencia religiosa a la hora de legislar. La denostada y vilipendiada por la derecha, ministra de Igualdad, Bibiana Aído, se lo advirtió poco ha a Rouco, horas después de que proclamase que el aborto voluntario ensucia la democracia. "A la Iglesia le corresponde decir qué es pecado, no qué es delito", dijo. En la misma línea lo ha manifestado el Tribunal Constitucional, en sentencia: "La Constitución impide que los valores o intereses religiosos se erijan en parámetros para medir la legitimidad o justicia de las normas y actos de los poderes públicos. Es lo que inexorablemente se produce cuando se identifican delito y pecado.”

También merece la pena destacar en relación a otras manifestaciones anteriores el que no hemos visto a ningún obispo- como ocurrió en aquella famosa foto de los cardenales Rouco y Cañizares con una gorrita en la marcha contra la legalización del matrimonio gay–,. Por ello no nos han permitido contemplar de nuevo un paisaje hasta hace poco de ciencia ficción: el ver a una veintena de obispos, manifestándose detrás de una pancarta que a Buñuel o a Lerroux les hubiera agradado sobremanera contemplar. Probablemente esta ausencia se habrá debido a las directrices de Roma. La visita del secretario de Estado del Vaticano, Tarsizio Bertone, a España tuvo algunos efectos destacados en la vida pública española. El despido de Jiménez Losantos de la COPE, por sus ataques furibundos y llenos de insultos- le llamaba Maricónplejines- al líder natural de la derecha española.

El PP ha estado representado por su línea dura: Aznar muy aplaudido, Aguirre, Mato Mayor Oreja... y, a última hora, el PP a nivel institucional, por su secretaria general Mª Dolores Cospedal. Rajoy no ha querido hacerlo. Era obvio que el PP no iba a desaprovechar una ocasión como ésta para desgastar al gobierno de Zapatero. Su presencia es todo un ejemplo de amnesia, cinismo e hipocresía. ¿Cómo pueden participar en una manifestación en contra del aborto?, -lo de de la reforma de la ley del aborto era un pretexto-, si tenemos en cuenta que los abortos legales realizados durante el periodo de Felipe González, desde el 5 de Julio de 1985 (sanción Regia de la despenalización) hasta el 5 de Mayo de 1996 (Toma de posesión de Aznar), fueron 359.624. Los abortos legales realizados durante el periodo de José María Aznar desde el 6 de Mayo de 1996 (Primer día de gobierno) hasta el 17 de Abril de 2004 (Toma de posesión de Rodríguez) fueron 511.429. Aznar ha sido el presidente de gobierno con más abortos a sus espaldas, y además sin hacer nada cuando tuvo mayoría absoluta contra el crimen del aborto. Todavía más, en 2001 Sanidad aprobó la comercialización de la píldora del día siguiente.

Amnesia, cinismo e hipocresía
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