viernes. 19.04.2024

Por Miguel Ángel de León

Los dos viejos amigos de San Bartolomé que ayer hablaban sobre los mil y un problemas del antiguo Consorcio Insular de Aguas (hoy, Inalsa para los amigos y demás personas piadosas) se encontraron al día siguiente en el mismo punto del camino, y allí pegaron la hebra, como hacen casi todas las mañanas de Dios.

-¿Y usted no se ha enterado de que le van a cambiar el nombre al pueblo, cristiano?

-Eso dice mi sobrina, que se lo dijeron en la escuela. Cosas de políticos. Como no tienen nada que hacer se ponen a bobiar...

-¿Y para eso les pagamos a todos ellos el dineral que dicen que cobran?

-Oh, como el alcalde está también en el Conejo de la Denominación de Origen, por eso quiere cambiar el nombre del lugar...

-Yo tengo entendido que no es cosa precisamente del alcalde, que no está él como para perder mucho tiempo en algo que no da mucho fruto, sino del concejal de Costura. Toñito de la Hoz creo que le llaman.

-Sí, de la Hoz y el martillo, como los antiguos comunistas. Aymería...

-¿Y a usted no le gusta entonces el nombre de Ajei?

-Yo tengo siete años más que usted, caballero. 86 cumplí el viernes pasado, para que lo sepa. Y a mi padre y a mi abuelo y a mi bisabuelo, que murieron todos más viejos que yo, siempre les escuché llamar como San Bartolomé al pueblo de San Bartolomé. Ni ajei ni santos ajeis. Caracho con estos belillos, caramba, que vienen de fuera a decirle a uno cómo se llama el pueblo donde lleva uno toda la vida de Dios viviendo.

-Pues van a hacer un referéndum para que la gente vote si está de acuerdo o no con virarle el nombre al pueblo...

-Eso lo hacen con mucha idea, porque los que estamos en contra como usted y como yo no vamos a ir a votar. Es como lo del referéndum de Europa o lo del Estatuto de los cataplines o de los catalanes, no me acuerdo.

-Mi nieto dice que hay que adaptarse a los tiempos.

-¿Nosotros al de su nieto o su nieto al nuestro?

-Uno ya no pinta nada en este mundo. No estamos más que para ir a votar. Eso es así.

-Eso será usted, porque el voto mío no lo coge ningún cachanchán. A ellos sí que hay que cambiarles el nombre, para mi gusto.

-No me diga el nombrete en el que está pensando, que ya me lo imagino.

-Quite, quite. No hay derecho a esto.

-También dicen que lo hacen para que los carteros no se equivoquen, porque a veces confunden San Bartolomé de Lanzarote con San Bartolomé de Tirajana, que está en la isla redonda...

-¿El cartero? Ahora los cambian a cada paso, y casi siempre son chiquitos nuevos de fuera de la isla. Por mi casa viene cuando le parece. Y no es que se confunda de pueblo, es que se confunde de casa. Todas las revistas de mujeres malcriadas que manda a pedir a la Península mi vecino Ambrosio me las deja en mi casa. Hartito me tienen ya con tanta teta y tanto culo, por no decir otras cosas peores.

-Ah, ¿pero usted abre las cartas?

-No, pero viendo lo de fuera me imagino lo que hay dentro.

-Al revés que en el Ayuntamiento: viendo lo que hay dentro, ¿qué podemos esperar los que estamos fuera?

-Razones... ([email protected]).

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