martes. 23.04.2024

Por Cándido Marquesán Millán

De verdad que cada vez entiendo menos todo lo relacionado con esta crisis económica que está afectando con intensidad a la mayoría de la ciudadanía: parados, autónomos, funcionarios, jubilados, dependientes… En cuanto a su origen parece incuestionable que estuvo en determinados usos fraudulentos del mundo de las finanzas, amparados en el juego libre del mercado, de acuerdo con la doctrina económica en vigencia: el neoliberalismo. Todo ello se fraguó en las cloacas de Wall Street. El sistema financiero hizo crack hace dos años. Prestigiosos economistas dijeron en aquellos momentos que se habían de introducir medidas regulatorias en los mercados para que no se volvieran a cometer los mismos abusos. En ello confiábamos. Se habló de controlar los sueldos de los grandes ejecutivos, de regular a las agencias de calificación de riesgos, de controlar la ingeniería financiera fraudulenta, de introducir tasas a las transacciones financieras, de vigilar los paraísos fiscales… Incluso algunos pensaron en la posibilidad de refundar el sistema capitalista, de manera semejante a lo que ocurrió con el socialista tras la caída del Muro de Berlín. Todas estas medidas han caído en el más absoluto olvido. Apenas se habla ya de ellas. Lo que se tuvo que hacer, a instancias de aquellos sectores que precisamente provocaron la crisis económica, fue una intervención de los diferentes Estados para salvar los estropicios generados por todo el sistema financiero. En EEUU, la crisis bancaria fue resuelta con la aportación a los bancos de casi un billón de dólares pagados por el Estado provenientes de los contribuyentes, que benefició enormemente a los banqueros y a sus accionistas, consiguiendo incluso más beneficios de los que tenían antes de la crisis. En la Unión Europea los Estados prestaron dinero al 1% a través del Banco Central Europeo a los bancos, y estos mismos lo utilizaron para represtárselo a los Estados al 4%, al 7%, a todo lo que puedan sacar. En consecuencia los Estados tuvieron que endeudarse, con lo que se generó un importante déficit público. Y ahora viene lo auténticamente surrealista, son aquellos sectores financieros, causantes de la crisis económica y que con sus prácticas fraudulentas provocaron la crisis financiera, los que exigen ahora a los Estados que pongan en marcha durísimas políticas de ajustes fiscales para corregir el déficit público. Esto es alucinante. Los políticos sumisos y obedientes, han respondido con prontitud a la demanda de los mercados o los mercaderes. Todos los países de la Unión Europea han puesto en práctica políticas de ajustes durísimas, y podemos constatar con estupor que toda una serie de colectivos que no tuvimos nada que ver ni el origen ni en el desarrollo de esta crisis hemos sido los auténticos paganos: funcionarios, pensionistas, parados, dependientes.. Mas en el colmo de la desvergüenza, los políticos nos argumentan que no tienen otra opción que obedecer a “los mercados”, ya que si no se adoptan estas medidas de ajustes fiscales recortando el gasto social, los “mercados” no comprarán la deuda pública y, entonces, no habrá dinero para sostener el Estado y este tendrá que declararse en quiebra. Lo reconocen abiertamente: o haces lo que decimos, o no te prestamos el dinero. Y, además te bajamos la calificación de tu deuda mediante nuestras agencias, y encima, te imponemos el interés que te vamos a cobrar. Ni siquiera permiten a los Estados la dignidad última de negociar su propia deuda. Estas políticas de ajustes, de reducción del gasto drásticamente cuando estamos padeciendo unas cifras muy altas de paro, no parecen las más adecuadas para salir de la crisis, acaba de señalar Paul Krugman. Si unos colectivos importantes ven reducidos sus ingresos, van a gastar menos, con la consiguiente contracción del consumo, y, por ende, más paro, menos ingresos del Estado por vía fiscal y más gasto en prestaciones sociales para el desempleo, y como corolario más deuda y más déficit. Es de cajón. Mas si alguno tiene el atrevimiento de cuestionar estas medidas de ajuste, desde la clase política e importantes y poderosos medios de comunicación será acusado de falta de patriotismo y de estar desconectado de la realidad. En consecuencia, aquí la política con sus ideologías o con sus programas no sirve para nada, como tampoco las elecciones, aquí lo que cuenta, lo que gobierna el mundo es la economía, es decir, los mercados, los mercaderes.

Muchos desearíamos conocer quiénes son, quiénes están detrás de esos mercados, quienes son esos individuos que son capaces con sus prácticas fraudulentas y su voracidad, de poner patas arriba la economía de un país y hundir en la miseria a la gran mayoría de sus ciudadanos. Son las oligarquías financieras, los grandes accionistas de los bancos, los grandes grupos inversores, las grandes empresas monopolísticas: Como también lo son, los que están al frente de los organismos que dirigen la economía mundial: FMI, OCDE, UE, BCE, etc.

Es de cajón. Tampoco tengo la pretensión de descubrir el Mediterráneo con todo lo dicho. Mas lo que sí quiero es terminar, en un aviso a navegantes, señalando que los mercados nunca tienen bastante. Cada vez quieren más. El ya citado Paul Krugman nos dice que lo que encuentra más amenazador es la propagación de una idea destructiva: la opinión de que ahora, cuando hace menos de un año que empezamos a recuperarnos débilmente de la peor recesión desde la II Guerra Mundial, es el momento de que los responsables políticos dejen de ayudar a los parados y empiecen a infligir dolor. Mientras tanto la gran mayoría perjudicada en silencio, sin enterarse de nada.

Echándonos la culpa los unos a los otros. Los trabajadores de la empresa privada a los funcionarios; ambos dos a los inmigrantes o a los trabajadores asiáticos. Todos a los sindicatos o a los pensionistas. Al mismo tiempo la selecta minoría frotándose las manos reunida en Sitges, a donde acuden como corderitos los dirigentes políticos a recibir órdenes. Esto es lo que hay. Aquella posibilidad que se vislumbraba en el horizonte hace dos años de embridar el sistema capitalista, cuando menos en su versión neoliberal, hoy ha desaparecido totalmente. Todavía más, el neoliberalismo, no sólo no ha sido corregido, es que anda crecido. Si esto no cambia, debemos estar preparados para cualquier cosa. Tiempo al tiempo.

A ver si te enteras, pardillo, son los mercados
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