jueves. 28.03.2024

Por José Pérez Dorta

Un vecino de Haría es llevado a los tribunales por decir que Stinga se parece a Hitler. Craso error del vecino de nombre Manuel, como el del Belén puesto que todo el mundo sabe que entre Stinga y el mentado dictador hay una diferencia sustancial que se aprecia a primera vista, y es que el edil norteño tiene mucho más bigote.

Me he permitido esta licencia, mezcla de humor negro y cinismo porque me parece demencial que se estén utilizando a los tribunales para amedrentar a los vecinos. No es que justifique las salidas de tono de nadie y hacer esta comparación es indudablemente una salida de tono, pero los tribunales están para cosas más serias que estos arrebatos infantiles. Si el señor Stinga se pusiera a grabar los comentarios que los vecinos hacen a la salida de la oficina de recaudación municipal, si los alcaldes de la Isla denunciaran a todos los que le han llamado dictadores, o si alguien denunciara todas las salidas de tono de este alcalde, lo tribunales se convertirían en un auténtico caos. En fin, que si uno no quiere que le llamen dictador, que acepte las críticas, al menos en la misma medida en la que uno las hace.

Pero también en eso de la propaganda nuestro alcalde se gana a pulso esas comparaciones utilizando la casa consistorial para la pega de carteles y pancartas reivindicativas. Cualquiera que no conozca al personaje podría pensar que se trata de alguna gamberrada de alguien externo a la institución, puesto que a nadie en su sano juicio se le ocurriría que desde el propio gobierno local se realiza este tipo de actos que dan un aspecto tan poco serio como impropio de un edificio público. Esta acción hay que añadirla a una serie actuaciones y de mala utilización de lugares y actos institucionales como pregones, romerías, etc., para reivindicaciones políticas. Y es que como dicen nuestros mayores cada cosa tiene su sitio.

Pero no vamos a hablar solo de lo negativo de nuestro alcalde, porque también a él le ha tocado el espíritu de la navidad y como Papa Noel se ha apostado en la puerta de la Iglesia en la noche buena para irle dando la bienvenida a todos los fieles a la santa Misa, soportando el frio propio de estas noches. Además y como si del cuento de Caperucita Roja se tratara, con una sestita del brazo se anda el mercadillo de los sábados, los lugares de encuentro de los mayores y cualquier reunión que se tercie, repartiendo chocolatinas a diestros y siniestros. No me negarán que es todo un tierno detalle propio de la Navidad.

Yo me quedo con esto, aunque no deja de haber quienes, se empeñen en chafarnos la tierna estampa echando mano del refranero y también por eso de la religiosidad de estas fechas sacan el prosaico y poco navideño dicho “A Diós rogando y con el Mazo dando”.

A Dios rogando...
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